Trabajar desde casa evitando la rutina

trabajar desde casa

Autora: Ainhoa Miguel

Soy freelance y trabajo desde casa. O lo que es lo mismo: el espacio de trabajo en el que desarrollo mis tareas profesionales está dentro de mi domicilio.

Disfruto cada día de esta circunstancia y aunque soy consciente de lo afortunada que soy, en ocasiones, también necesito escapar de esta rutina.

Cuando la jornada laboral transcurre en una habitación ubicada a tan sólo unos pasos de tu área de descanso… ¡Puedes llegar a asfixiarte! La oficina está DEMASIADO cera del hogar.

Todos conocemos a amigos, familiares, vecinos que tienen que recorrer largas distancias para llegar a su puesto de trabajo: subirse el coche y conducir decenas de kilómetros o coger varios medios de transporte público. El día comienza con madrugón y continúa con estrés, atasco, problemas para aparcar el coche, prisas, empujones… ¡Un día laborable cualquiera!

A mí ahora ya no me pasa nada de eso (aunque durante muchos años también fui a la oficina y viví todas estas situaciones). Todo mucho más sencillo: te levantas, una ducha, un café y con solo cruzar el pasillo… ¡Ya estás en el trabajo! ¡Qué suerte! ¿Verdad? En realidad: sí lo es.

Estando en casa, cuando se acaba tu jornada laboral hay que realizar las pertinentes tareas domésticas (compras, comidas, lavadoras, limpieza, etc.). Si esto se repite día tras día y se convierte en rutina… ¡Error!

Llega un momento en que el hogar (dulce hogar) es demasiado pequeño. Así que la solución pasa por parar para hacer deporte o dar un paseo por el campo con mí perrita ¡No pinta nada mal!

Existe el riesgo de entrar en bucle y que la distancia entre la oficina y la casa sea demasiado corta y lo que es peor: que la soledad del freelance vaya ‘in crescendo’.

Somos muchos compis freelances que hemos estado (o estamos) en esta situación y seguro que todos vivimos situaciones muy similares.

La clave para huir de la rutina y no caer en la monotonía –al menos para mí- es darme un respiro: parar, descansar y recargar las pilas.


«Existe el riesgo de entrar en bucle y que la soledad del freelance vaya ‘in crescendo»


 

Uno de los privilegios que tenemos como freelance es que no hay un jefe que te controle o te imponga determinadas normas, por lo que cambiar las rutinas y los horarios es una buena fórmula. Pero ¡Atención! Que cambiemos la rutina no significa que no trabajemos. Cambiar los horarios puede ayudar, por ejemplo: si se da la circunstancia de que tengo que hacer un encargo el fin de semana, pues luego cojo el día libre entre semana; también viene bien variar el orden de las tareas para no hacer todos los días lo mismo.

Al trabajar desde casa podemos mantener bajo control el estrés: puedo estar hablando con un cliente por teléfono mientras me preparo una infusión; editar una locución en ropa cómoda (el pijama no sirve: queda prohibido trabajar con la misma ropa con la que se duerme), meterme en el estudio para locutar un e-learning con un moño desenfadado (o más bien pelos de loca); o responder a un correo electrónico mientras superviso un guiso en la cocina…

Además la tranquilidad y la paz interior se transmite y el cliente se encontrará con un profesional que además de trabajar de manera eficiente y rápida, tiene tiempo para escucharle con amabilidad y sin nada de estrés (que en los tiempos en los que vivimos, se agradece y mucho).

Al decidir convertirse en freelance y emprender por cuenta propia es esencial marcarse un horario de trabajo y una disciplina. Es fundamental para crear un hábito pero igual de importante es no abusar de ese horario y dejar claro (primero a uno mismo) que también tienes tiempo para el descanso, además de fines de semana (y por su puesto vacaciones). Así que toma nota: no todo vale aunque trabajes desde casa.

Cuestión de debate aparte son las relaciones personales con amigos y familiares. Todos tenemos a gente en nuestro entorno que cree que porque trabajamos desde casa tenemos mucho tiempo disponible.

Cuando te llegan invitaciones o planes de ocio que tienes que rechazar porque tienes compromisos que atender. Y siempre hay alguien que no entiende que si trabajas en casa ¿Por qué no vas a poder parar? ¡Claro que se puede hacer una pausa! Pero si hiciese caso y dejase de trabajar todas estas veces… mi ya de por si frágil economía, se resentiría bastante.


«Es esencial marcarse un horario de trabajo y una disciplina pero también tener tiempo para el descanso»


 

Una circunstancia en ocasiones habitual suelen ser los recados del tipo administrativo o burocrático. Tú familiar o amigo te pide ayuda porque trabajan fuera de casa y estas gestiones sólo se pueden realizar en horario de mañana. A veces yo también tengo que realizar este tipo de trámites, y si es así, no hay ningún problema, lo hago encantada. Si no, hay que aprender a decir “NO puedo, estoy trabajando”.

Mi vida cambió desde que trabajo en casa y ahora dedico mucho más tiempo a hobbies para los que antes no tenía tiempo y empleo mi descanso en quehaceres que ‘verdaderamente me importan’: he aprendido a tejer, mi huerto urbano está a pleno rendimiento, he cambiado la bollería industrial por la repostería casera y mi compañera peluda está feliz de la vida porque estamos todo el día juntas.

Son placeres diarios perfectamente compatibles con el trabajo desde casa y la clave está en distribuir bien el tiempo con una buena organización.

No puede faltar una pizca de disciplina pero también la desconexión diaria.

www.ainhoalocutora.com

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